Dios permitió que el célebre combate del 21 de Octubre de 1805 tuviera por escenario la zona próxima al Cabo de Trafalgar para que fuera honor, honra y gloria de todos aquellos que se vieron envueltos en él. Hoy estamos llenos de reliquias, mudos testigos de la tragedia. Mientras unos se confunden con elementos más nuevos, surgidos del renacer de los pueblos, otros yacen en el fondo del océano que baña las costas de Andalucía.